Nuevos retos y nuevas funciones de la prensa española

Con las elecciones de 1977, las Cortes y los partidos políticos empezarían al cumplir el papel de representación e intermediación entre la sociedad y el poder que hasta entonces habían desempeñado provisionalmente los medios de comunicación. Ahora eran éstos lo que tenían que abrir un espacio a la crónica y al análisis de la actividad parlamentaria, viejo y prestigioso género periodístico recuperado a partir de 1977 y al que distintos periódicos y seminarios dedicaron algunos de sus mejores redactores, por ejemplo, de Manuel Vicent en El País, y de Márquez de Reviriego en Triunfo.

La evolución de las tiradas hablaba de los problemas que empezaban a sufrir algunas cabeceras. A finales de los años setenta, en lo más duro de la crisis económica, parecía obvio que el éxito de la joven prensa de la democracia – El País, El Periódico o del despegue de más tardío de Diario 16- no había supuesto un ensanchamiento del mercado –es decir, la aparición de nuevos lectores-, sino un nuevo reparto del público ya existente, que abandonaba unas publicaciones para pasarse a otras. En realidad, el mismo trasvase se produciría entre las viejas y las nuevas redacciones –entre Triunfo, Informaciones o Cuaderno para el Diálogo (último número 16/10/1978), por ejemplo, y El País, El Periódico, Diario 16 o Interviú- a las fueron a para algunos de los redactores, columnistas y dibujantes que habían hecho grandes aquellas cabeceras emblemáticas de los años heroicos.

También fueron víctimas del terrorismo en la transición, como lo acreditan las bombas contra El País, Diario 16 y seminario satírico El Papus, etc.